Hacia una Nueva Agenda para la Reforma de las Políticas Macroeconómicas

Resumen

En los años noventa se consolidaron características económicas y financieras que se enraizaron en prolongados desarrollos históricos. En este proceso se consolidaron un conjunto de redes de mercados y de producción que sobrepasan las fronteras de los estados-nación, sin embargo, estos procesos no estuvieron acompañados de un desarrollo equivalente de la institucionalidad global, cuya agenda es incompleta y asimétrica (Ocampo, Bajaray y Martín, 2001).

La globalización ha dado origen no sólo a una creciente interdependencia, sino también a una marcada desigualdad entre países, debido a que los procesos económicos han operado sobre un “campo de juego esencialmente desnivelado” (CEPAL, 2004). Los siguientes datos nos muestran el campo de juego.

El comercio internacional se expandió a tasas cercanas al 6% promedio anual entre 1900 y 2003, dos terceras partes del Comercio Internacional se establece entre empresas transnacionales, la inversión extranjera directa rozo los 1.4 billones de dólares en el 2000, o sea siete veces más que en los primeros años de los noventas, sin embargo, en el 2003 hay una caída espectacular al ascender a 653 miles de millones de dólares la Inversión extranjera directa, las transacciones diarias en los mercados cambiariarios superan los 1.5 billones de dólares en los primeros años de este siglo, en tanto las innovaciones y cambios tecnológicos acentuaron su concentración en los países desarrollados (ONU, 2004).

La estrategia de reforma que se siguió en la década de los noventas prometió crear una prosperidad sin precedente (ver los discursos de Carlos Salinas de Gortari para el caso de México), sin embargo ha fracasado de una manera casi sin precedente. En aquellos años los impulsores de las reformas de mercado nos decían que no les preocupaba el crecimiento de las economías, que éste estaba asegurado, sino en su distribución. La realidad ha sido contundente con estas reformas.

Para muchas regiones del mundo, especialmente América Latina, las reformas no sólo no han generado crecimiento, sino además, por lo menos en algunos lugares han contribuido aumentar la desigualdad y la pobreza. 

Uno de los tantos factores que explica el estancamiento promedio de la desigualdad y pobreza mundial es el dinamismo económico mundial. Entre 1990 y 2003 el crecimiento de la economía mundial alcanzó una tasa media anual de 2.6 por ciento, situándose en el nivel más bajo de la posguerra para un periodo equivalente. La tasa de crecimiento fue levemente superior a la mitad de las tasas registradas en las décadas de 1950, 1960 y 1970. Esto significa que la estrategia de mercado no está funcionando como se esperaba.